Relación
Luciano M, Corley J, Cox SR, et al. Dieta mediterránea y cambio estructural del cerebro entre los 73 y los 76 años de edad en una cohorte escocesa.neurología. 2017;88(5):449-455.
Partícipe
Los participantes en este estudio pertenecían a la cohorte Lothian de 1936, un grupo de 1.091 participantes nacidos en Edimburgo, Escocia, en 1936. Tenías 70 años al inicio de tus estudios. Los datos dietéticos se recopilaron mediante cuestionarios enviados por correo. Tres y luego seis años después, los participantes capaces y dispuestos se sometieron a una resonancia magnética estructural (IRM) del cerebro.
Parámetros objetivo
Se midieron dos volúmenes cerebrales longitudinales (materia total y gris; n = 401 y 398, respectivamente) más una medida longitudinal del espesor cortical (n = 323). La adherencia a la dieta mediterránea se calculó utilizando los datos recopilados de un cuestionario de frecuencia alimentaria a la edad de 70 años, 3 años antes de la recopilación de datos de imágenes iniciales.
Ideas clave
Una menor adherencia a la dieta mediterránea se asoció con una mayor reducción a 3 años en el volumen cerebral total (lo que explica el 0,5% de la varianza,PAG<0,05). Una menor adherencia a la dieta mediterránea en una cohorte escocesa de mayor edad es un predictor de atrofia cerebral total a lo largo de 3 años. El consumo de pescado y carne no impulsa este cambio, lo que sugiere que otros componentes de la dieta mediterránea, o quizás todos sus componentes en combinación, son responsables de la asociación.
Implicaciones prácticas
A lo largo de los años, esta revista (y este autor en particular) ha revisado varios estudios sobre la dieta mediterránea. La dieta se caracteriza por un alto consumo de frutas, verduras, frijoles y cereales, aceite de oliva como principal fuente de grasa, consumo moderado de pescado, consumo bajo a moderado de productos lácteos y vino (con las comidas) y bajo consumo de carnes rojas y aves. Una mayor adherencia a esta dieta se ha relacionado con una menor inflamación, una mejor función cognitiva, un riesgo reducido de enfermedad de Parkinson y Alzheimer y mortalidad por enfermedades cardiovasculares y cáncer.1-5
Tres estudios previos han informado que una mayor adherencia a la dieta mediterránea se asocia con un mayor volumen cerebral y espesor cortical medido por resonancia magnética.6-8
El mayor de estos tres estudios (Gu 2015) informó que una mayor adherencia se asoció con un mayor volumen cerebral en los estadounidenses (n = 468, edad media 80,1 años). Estos datos sugirieron que un mayor consumo de pescado y un menor consumo de carne eran las principales causas de estos efectos. Estos estudios anteriores solo midieron el volumen cerebral en un único momento. Este estudio actual es interesante porque examina los efectos del cumplimiento de la dieta a lo largo del tiempo, una diferencia que podríamos traducir en una implicación clínica simple: "La forma en que come ahora afectará cuánto se encogerá su cerebro en los próximos años".
Los resultados informados en este estudio actual difieren de informes anteriores en varios aspectos importantes. El consumo de pescado y carne no estuvo directamente relacionado con el volumen cerebral, lo que sugiere que los beneficios de la dieta mediterránea no pueden limitarse únicamente a estas dos características. Nos queda elegir entre términos como holístico o sinérgico para describir cómo los efectos combinados de los múltiples componentes nutricionales que componen esta dieta trabajan juntos para producir beneficios.
Este estudio actual es de interés porque examina los efectos de la adherencia a la dieta a lo largo del tiempo.
Medir los cambios en el volumen cerebral e intentar determinar asociaciones es un proceso complejo, y aunque los autores de este estudio intentaron controlar una larga lista de posibles factores de confusión y otras variables, debemos ver estos resultados con precaución, incluso si son consistentes con estudios anteriores. Sin embargo, si consideramos estos resultados en el contexto de los resultados positivos de otros estudios que sugieren un beneficio de seguir la dieta mediterránea, parece fácil imaginar que “prevenir la contracción cerebral” es simplemente otro beneficio que esta dieta ofrece a quienes la siguen.
Es cierto que la pura simplicidad de la dieta mediterránea puede resultar un desafío. Muchos pacientes quieren directrices más estrictas con listas de alimentos prohibidos y reglas más complejas. Dudan que una dieta relativamente liberal que incluya carne, gluten, vino, fruta o una variedad de otros alimentos pueda ser saludable. La tendencia de algunas personas a convertir las sugerencias dietéticas en sistemas de creencias tipo culto probablemente habla más de necesidades psicológicas profundas que de una ciencia nutricional bien comprobada. Si tiene dudas, busque libros sobre dietas en línea y calcule qué porcentaje de los títulos de las dietas dan nombres específicos y qué porcentaje de esos nombres pertenecen al autor del libro.
Los cultos a la comida, y los lectores de esta revista sin duda podrán nombrar algunos, han asumido un papel predominante en la cultura moderna. La Dra. Kima Cargill escribe en su nuevo libro:9
Podría decirse que los cultos a la comida reemplazan lo que alguna vez hizo la religión al prescribir reglas y rituales para organizar la comida. Al igual que la religión, dan sentido a situaciones confusas, dándonos significado y consuelo. En las culturas seculares urbanas y en lugares como Estados Unidos, los cultos a la comida son más atractivos que nunca, tanto porque funcionan como nuevas religiones como por la importancia cultural sin precedentes que se otorga a la salud, la longevidad y el cuerpo.
El desafío de promover la dieta mediterránea es que es casi demasiado vaga, demasiado general y carece de la ortodoxia que mucha gente parece anhelar.
Nota del editor: haga clic para obtener el texto completo gratuito del estudio revisado aquí.
