Cuando las personas toman una pastilla de azúcar que creen que es un analgésico, puede reducir su experiencia de dolor.
Los investigadores conocen desde hace mucho tiempo este fenómeno, llamado efecto placebo. Pero los mecanismos biológicos detrás de esto siguen siendo un misterio. Ahora los neurocientíficos han identificado circuitos cerebrales en ratones que podrían explicar cómo los placebos pueden aliviar el dolor.
En uno hoy enNaturalezaestudio publicado 1, los científicos rastrearon las regiones cerebrales activadas en ratones que estaban condicionados a esperar un alivio del dolor, de forma análoga a la experiencia que tienen los humanos cuando se les administra una pastilla sin ingredientes activos. Se sorprendieron al ver actividad en el cerebelo y el tronco del encéfalo, áreas del cerebro normalmente asociadas con el movimiento y la coordinación, no con el dolor.
"No teníamos una idea real de cómo ocurre [el efecto placebo] y si era un fenómeno real", dice Clifford Woolf, neurocientífico de la Universidad de Harvard en Boston, Massachusetts. "Creo que esto nos ayudó a identificar que en realidad se trataba de un fenómeno real".
Los hallazgos podrían, en última instancia, conducir a nuevas formas de tratar el dolor, afirma el coautor del estudio Grégory Scherrer, neurobiólogo de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill. "Podríamos tener un tipo de fármaco completamente nuevo".
Manera de aliviar el dolor
Los estudios de imágenes en humanos han demostrado que el alivio del dolor con placebos está asociado con la actividad en el tronco del encéfalo y un área del cerebro llamada corteza cingulada anterior.
Para investigar esto más a fondo, Scherrer y su equipo desarrollaron un experimento para crear una expectativa de alivio del dolor similar a un placebo en ratones. Utilizando dos cámaras, una con un suelo confortablemente cálido y otra con un suelo dolorosamente caliente, condicionaron a los animales para que esperaran que el dolor se aliviara al entrar en la cámara más fría sobre el suelo caliente.
Utilizando herramientas de imágenes en vivo, el equipo identificó un grupo de neuronas que estuvieron activas durante el experimento del placebo. Estos estaban ubicados en el núcleo pontino (Pn), un área del tronco del encéfalo que conecta la corteza cerebral con el cerebelo y que no se había asociado previamente con dolor.
Para comprender mejor el papel de estas neuronas en el alivio del dolor, los autores midieron los efectos del bloqueo de su actividad. Cuando se inhibieron sus neuronas PN, los ratones que caminaban sobre el suelo caliente eran más rápidos en realizar conductas para aliviar el dolor, como lamerse las patas, ponerse de pie y saltar. Los ratones con neuronas Pn activadas tardaron más en lamerse las patas "porque no es tan doloroso", dice Scherrer.
Análisis posteriores de 4.932 células neuronales en la NP encontraron que el 65% tenía receptores opioides, los mismos que se activan con analgésicos fuertes. Las neuronas con receptores opioides se extendieron a tres áreas del cerebelo que antes no se pensaba que desempeñaran un papel en la anticipación del alivio del dolor. Los investigadores identificaron un grupo de células de Purkinje (las células principales del cerebelo) que se volvieron cada vez más activas durante el experimento con placebo.
"Es casi seguro que hay opioides endógenos que participan en esto", afirma Woolf.
Nuevas metas
La investigación podría abrir nuevas formas de comprender cómo funcionan los analgésicos existentes y descubrir otros nuevos y más eficaces.
Los científicos podrían explorar cómo activar los circuitos neuronales en el tronco del encéfalo y el cerebelo sin el uso de pastillas de placebo. Estudios futuros podrían "encontrar una manera de hacer que la activación de los propios mecanismos de control del cuerpo que pueden suprimir la experiencia del dolor sea más fiable", afirma Woolf.
Comprender estos circuitos cerebrales también puede explicar por qué algunas terapias para el dolor, como las terapias cognitivo-conductuales y la estimulación magnética transcraneal, realmente funcionan.
"El cerebro es un complicado pajar y a menudo buscamos una aguja", dice Tom Wager, neurocientífico que estudia el efecto placebo en el Dartmouth College de Hanover, New Hampshire. Este estudio "proporciona un nuevo objetivo que podemos buscar en los estudios en humanos".
Quedan dudas sobre qué activa exactamente el efecto placebo en quienes lo experimentan. "Lo que todavía no sabemos es por qué ocurre en algunos individuos y no en otros, y por qué desaparece con el tiempo", dice Woolf.