Relación
Abenavoli L, Greco M, Milic N, et al. Efecto de la dieta mediterránea y la formulación de antioxidantes en la enfermedad del hígado graso no alcohólico: un ensayo aleatorizado.Nutrientes. 2017;9(870).
Borrador
Estudio prospectivo, aleatorizado, de 6 meses de duración con 3 cohortes (A, B, C): intervención nutricional sola (A); intervención dietética con suplementación antioxidante (B); y control sin tratamiento (C).
Partícipe
Cincuenta caucásicos, con sobrepeso (IMC>25 kg/m2) Se reclutaron hombres y mujeres con enfermedad del hígado graso no alcohólico (NAFLD) en una clínica de gastroenterología ambulatoria en Italia; El diagnóstico de NAFLD se basó en la puntuación ecográfica de Hamaguchi. Se excluyeron del estudio los pacientes con hepatitis B, hepatitis C, enfermedades cardíacas, enfermedades renales, enfermedades autoinmunes, uso de drogas recreativas, tratamiento con insulina, consumo excesivo de alcohol y exposición a toxinas ambientales relacionadas con la esteatosis hepática.
intervención
El grupo A (n=20) siguió una dieta mediterránea hipocalórica (1.400-1.600 kcal/día), mientras que el grupo B (n=20) siguió una dieta mediterránea hipocalórica suplementada con antioxidantes. Los macronutrientes en los grupos de intervención de la dieta mediterránea se dividieron de la siguiente manera: 50% a 60% de carbohidratos; 15% a 20% de proteína, con aproximadamente el 50% de las fuentes de proteína provenientes de vegetales; menos del 30% de grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas con menos del 10% de ácidos grasos saturados; menos de 300 mg de colesterol por día; y de 25 a 30 gramos por día de fibra. El grupo B recibió 2 comprimidos diarios de un suplemento antioxidante de bilirel compuesto de alcachofa, cardo mariano, L-metionina, fumaria y L-glutatión.
El grupo C (n = 10) no cambió su estilo de vida ni su régimen farmacológico (medicación) existente.
Parámetros del estudio evaluados.
Se evaluaron parámetros antropométricos, presión arterial, perfil lipídico, evaluación del modelo homeostático de resistencia a la insulina (HOMA-IR), transaminasas (niveles séricos de alanina aminotransferasa, aspartato aminotransferasa y gamma-glutamil transpeptidasa) y fibrosis hepática al inicio y después de 6 meses de la intervención. La fibrosis hepática se evaluó mediante elastografía transitoria y se utilizó un índice de hígado graso para predecir la probabilidad de esteatosis.
Ideas clave
Después de 6 meses de tratamiento, el grupo A mostró una reducción de peso significativa en comparación con el grupo C (control) (-6% vs. -0,5%,PAG=0,0001), IMC (–7,5% frente a –0,45%,PAG=0,0001), triglicéridos (–32,16 frente a +2,8%,PAG=0,001), colesterol total (-14,8% vs. +9,3%,PAG=0,0001), índice de glucosa y triglicéridos (–3,3% frente a +1%,PAG=0,020), índice de hígado graso (-19% vs. +4,7%,PAG=0,017) y elastografía transitoria (–21% vs. +8,7%,PAG=0,001). Se observaron reducciones significativas similares en la cohorte del Grupo B en comparación con el grupo de control. En comparación con el Grupo A, el Grupo B tuvo reducciones significativas en HOMA-IR (-43% vs. +6,2%,PAG=0,0001), insulina (–38% frente a +10%,PAG=0,0001) y glucosa en ayunas (-11% vs. -3,5%,PAG=0,016). Estos resultados demuestran que una dieta mediterránea reduce significativamente los parámetros antropométricos y lipídicos y mejora la elastografía transitoria en pacientes con NAFLD. Agregar antioxidantes puede tener el beneficio adicional de mejorar los biomarcadores relacionados con la insulina.
Implicaciones prácticas
Muchos estudios observacionales han demostrado que los pacientes con NAFLD tienen un patrón dietético generalmente alto en calorías, alto en grasas saturadas, bajo en grasas poliinsaturadas y bajo en antioxidantes, con una ingesta excesiva de carbohidratos provenientes de azúcares simples.1-5y una cantidad significativa de calorías provenientes de refrescos, incluidos refrescos y jugos.6
Los médicos que atienden a estos pacientes deben ser conscientes de sus hábitos alimentarios y, en última instancia, fomentar una transición a una dieta mediterránea o una dieta que reduzca los carbohidratos simples y las grasas saturadas y promueva una mayor ingesta de frutas y verduras. También se debe alentar a los pacientes a que eliminen el jarabe de maíz con alto contenido de fructosa; la fructosa no se metaboliza de la misma manera que la glucosa, por lo que promueve directamente la deposición de grasa en el hígado.7
Cuando los pacientes obesos pueden perder aproximadamente entre el 7% y el 10% de su peso corporal, la esteatosis comienza a resolverse.8-12En un estudio, la esteatosis desapareció en el 90 % de los pacientes con NAFLD que perdieron más del 10 % de su peso corporal.13En última instancia, la esteatosis hepática comienza a mejorar a medida que los pacientes pueden hacer ejercicio y cambiar su dieta.
La enfermedad del hígado graso no alcohólico es insidiosa porque la mayoría de los pacientes son asintomáticos y las transaminasas séricas pueden ser engañosas.
Muchos especialistas predicen que en los próximos 15 a 20 años el principal motivo del trasplante ortotrópico de hígado será la enfermedad del hígado graso, que desplazará a la hepatitis C y al alcoholismo.14Actualmente se estima que entre el 20% y el 30% de la esteatosis simple progresa a NASH, la etapa inflamatoria de NAFLD, y entre el 7% y el 25% de NASH progresa hacia cirrosis.quinceNadie ha identificado un mecanismo único que desencadene la progresión de la esteatosis simple a la NAFLD; sin embargo, varios estudios muestran que la NAFLD ocurre con mayor frecuencia en pacientes con síndrome metabólico y sus subgrupos.16-19
La enfermedad del hígado graso no alcohólico es insidiosa porque la mayoría de los pacientes son asintomáticos y las transaminasas séricas pueden ser engañosas. Nuestro enfoque para los pacientes con NAFLD debe incluir la detección temprana junto con recomendaciones nutricionales y de estilo de vida adecuadas, como: B. la dieta mediterránea combinada con ejercicio.
