La lluvia puede ser amiga o enemiga de los paleontólogos. Puede arrastrar el suelo o erosionar las rocas, revelando potencialmente fósiles interesantes o desmoronando especímenes delicados ya expuestos.

Esto es particularmente cierto actualmente en el sur de Brasil. En mayo, devastadoras inundaciones en el estado de Rio Grande do Sul descubrieron piezas óseas de al menos 35 animales antiguos, incluido un esqueleto de 233 millones de años que se encuentra entre los fósiles de dinosaurios más antiguos del mundo. Pero las lluvias y las condiciones húmedas que se han producido desde entonces han llevado a los investigadores a apresurarse a recuperar otros especímenes más pequeños y vulnerables que también son valiosos.

La urgencia se ve acentuada por el carácter sin precedentes de las inundaciones. Entre el 27 de abril y el 27 de mayo, la capital del estado, Porto Alegre, registró unos 66 centímetros de lluvia, casi la mitad de lo que normalmente recibe en un año. Muchas otras ciudades del estado también quedaron inundadas. Algunos sitios paleontológicos todavía están bajo el agua.

“Si los paleontólogos no están allí para recolectar material cuando se vuelve visible, corremos el riesgo de que parte de él se pierda para siempre”, afirma Leonardo Kerber, coordinador del Centro de Investigaciones Paleontológicas Quarta Colônia (CAPPA) de la Universidad Federal de Santa María en São João do Polêsine.

Superar las expectativas

Desde las lluvias de mayo, el paleontólogo Rodrigo Temp Müller y sus colegas del CAPPA han intensificado su seguimiento de los yacimientos de excavación cerca de São João do Polêsine, a unos 280 kilómetros al oeste de Porto Alegre.

Eine Nahaufnahme eines Dinosaurierfossils

El 15 de mayo, aproximadamente dos semanas después de que las fuertes lluvias provocaran la inundación de las orillas del sistema fluvial de Rio Grande do Sul, Müller y el equipo descubrieron un fósil de 2,5 metros de largo de un dinosaurio bípedo carnívoro de la familia Herrerasauridae. "Estábamos seguros de que encontraríamos algo después de la fuerte lluvia", afirma Müller, pero aun así el ejemplar superó las expectativas.

Los herrerasáuridos aparecieron y desaparecieron en el período Triásico (hace unos 250 a 200 millones de años) y fueron los "primeros superdepredadores que aparecieron entre los dinosaurios", dice Aline Ghilardi, paleontóloga de la Universidad Federal de Rio Grande do Norte en Natal, Brasil. Fueron reemplazados durante el período Jurásico (hace 200 a 145 millones de años) por dinosaurios más grandes llamados terópodos, que incluyen carnívoros bípedos y de tres dedos como el Tyrannosaurus rex.

Algunos investigadores sostienen que los herrerasáuridos fueron los primeros terópodos, pero esta clasificación aún es controvertida. "Por eso los descubrimientos de CAPPA son tan importantes: pueden ayudarnos a aclarar cuestiones abiertas como ésta", afirma Ghilardi.

Trabaja contra el clima

Pero fue difícil celebrar el descubrimiento, afirma Müller. Las inundaciones han afectado a casi 2,4 millones de personas en Rio Grande do Sul, incluidas 183 personas que han muerto y 27 que aún están desaparecidas, según las autoridades locales. "Las personas que vivían cerca del lugar de la excavación perdieron sus hogares", añadió.

Desde el descubrimiento del fósil, Müller y sus colegas han llevado capas de roca y suelo que contienen el espécimen de Herrerasauridae a su laboratorio para extraer cuidadosamente los huesos. Hasta ahora, han extraído suficiente material como para estar cautelosamente entusiasmados: creen que podría ser el segundo fósil más completo de su tipo jamás encontrado.

Eine Luftaufnahme von überfluteten Straßen in Porto Alegre

Pero el equipo aún no puede relajarse. A medida que continúa la lluvia intermitente, los investigadores todavía se apresuran a salvar fósiles de muchos animales pequeños, animales que no suelen aparecer en los titulares pero que, no obstante, son importantes. "A todo el mundo le gustan los dinosaurios grandes", afirma Kerber. Pero "la mayor biodiversidad siempre reside en los animales más pequeños". Estos fósiles ayudan a los paleontólogos a reconstruir cómo evolucionaron las especies y revelar detalles sobre los entornos en los que vivieron.

Incluso los huesos más pequeños de los animales, grandes o pequeños, son motivo de preocupación. Son los primeros en desaparecer cuando la lluvia cae sobre un sitio de excavación, dice Juan Cisneros, paleontólogo de la Universidad Federal de Piauí en Teresina, Brasil. "Son raros y difíciles de encontrar". Los huesos del oído de los pequeños reptiles, por ejemplo, pueden tener sólo unos milímetros de largo, pero revelan mucho sobre el cerebro de un animal y su posible inteligencia.

Tesorería

Hace aproximadamente una semana, los investigadores de CAPPA descubrieron el cráneo de una cría de rincosaurio, un reptil herbívoro con pico de loro que medía aproximadamente 1 metro de longitud y dominó la Tierra entre el Triásico medio y tardío (hace 247 a 200 millones de años). Aunque estos fósiles de rincosaurio son numerosos, dice Müller, "son importantes precisamente porque son numerosos". En particular, desempeñan un papel estratigráfico en la investigación, ya que marcan los sitios del Triásico, añade. “Donde hay un rincosaurio, probablemente habrá un herrerasaurio”.

En la zona rica en fósiles donde trabajan los paleontólogos se encuentran 29 yacimientos de excavación, a 21 de los cuales el equipo CAPPA ha tenido acceso desde las inundaciones, según Müller y Kerber. Cuatro siguen prácticamente sumergidos en su totalidad.

Una ventaja es que CAPPA está muy cerca. "No tenemos que planificar viajes largos, podemos trabajar en el campo todas las semanas", afirma Müller. El siguiente desafío que enfrentan los investigadores es qué hacer con todos los fósiles que recuperan: el centro no tiene museo. "Sería importante tener uno, no sólo para almacenar los fósiles que encontremos", dice Kerber, "sino también para educar a la población local sobre lo rica que es su región".